viernes, 16 de septiembre de 2022

Hubiera

Te aseguro que serás feliz sin mí porque yo sólo traigo tristeza y desasosiego. Lo he visto varias veces cuando dejo que alguien se acerque demasiado como para verme vulnerable y vulgar. Esa mirada de impotencia, las lágrimas contenidas y los nudos en la garganta tras cada noche, sólo para comprobar a la mañana siguiente que sigo viva. Creo que estoy como maldita, me carcome la depresión, tiro todo lo que necesito y alzo todo lo que me destruye porque soy incapaz de darme una oportunidad, porque me odio más que nadie en el mundo. No he dejado de desear mi muerte desde que fallé mi suicidio. Mi madre me dijo una vez "nadie quiere estar cerca de las personas tristes", tras veinte años de esa sentencia puedo refutar lo que dijo, pero agregaría algo más: las personas tristes no quieren estar cerca de nadie. Siempre escucho a todos mis amigos, incluso a desconocidos que gustan de mi rostro y mi cualidad por jugar un videojuego que amo, nunca busco nada ni imagino que entre ellos estará mi príncipe azul porque el mío ya lo conozco (y ni siquiera es azul, es rojo y lleno de vacíos y tristezas, es más, ni siquiera es un príncipe, es un simple ser humano como yo), de todos ellos sólo espero el momento en el ya no me necesiten y se retiren lentamente. ¿Cómo podría asincerarme con mis amigos? ¿Cómo podría decirles que no sirvo para nada sin que se apiaden de mí? ¿Cómo decirles que me siento sola si ellos están ahí? ¿Cómo decirles que todos los días pienso en la manera efectiva y adecuada para morir sin tanto dolor? "No se puede", diría DHB. Aunque tampoco es que pregunten mucho por mí... está bien así.


La noche es fría, pienso en qué hubiera pasado si aquel día no me hubiera ido, pero ya no podía ocultar más mi tristeza y mi soledad. Me pregunto qué hubiera pasado si aquel otro día mi tío no hubiera subido esa estúpida escalera sin protección, me hubiera mandado un mensaje el sábado pasado diciendo "Renata, estoy muy orgulloso de ti" y ayer lo hubiera acompañado mientras bebía hasta la noche mientras escuchaba sus anécdotas. También pienso en cómo estaría hoy en esta madrugada de 16 de septiembre si en lugar de tomar misoprostol y aguantar todo el dolor hubiera cumplido mi deseo absurdo de ser madre. No tendría estos calambres que me paralizan y esta aplastante sensación de culpa. Oh, nada se puede hacer contra los 'hubiera', seguir con la monotonía de la escuela, pronto el trabajo, los videojuegos, el dolor, la sangre y el insomnio.

¿Lo ves? Nada podía ofrecerte, no se vive de amor. Es preferible que una sola persona sufra a que sean dos. Tal vez un día de estos te alcance y pueda jugar a la familia y ser la mamá que siempre quise.

-R.A.

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